Con el primer albor
tensión, azúcar, sangre…
A una hora imprecisa el desayuno:
algo como café y unas galletas.
Algunos días, pruebas;
el paso del galeno, y el contacto
con otra realidad no inteligible.
Insípida comida; leve siesta
en una fría tarde interminable,
sangre, tensión, pastillas,
y el pasillo que mira hacia el levante
con metros de visita bulliciosa.
La merienda, ligera por si acaso
e insípida la cena.
Y el vecino ruidoso
colgado con el suero.
Qué sería del tiempo
si no me acompañara tu presencia.
domingo, 20 de septiembre de 2009
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