martes, 21 de abril de 2009

FÉLIX

(Caminas por la trocha y el sendero
que lleva desde el pueblo a la montaña,
llenándote del aire mañanero,
ardiente y fresco, de la nieve blanca.
El paso alegre de tu andar ligero
va marcando la estela de tu planta
entre los árboles, sobre el albero,
dejando los problemas a tu espalda…
Bordeas esos riscos con esmero,
y van, camino haciendo, tus pisadas:
horizontes descubres en tu ascenso,
y con el viento se te ensancha el alma.
Descubres en tu ruta nuevos retos:
el arroyo; la duna; la quebrada…;
la encina que corona aquel otero;
el bosque de los pinos y las hayas…
Discurren por el valle, y en secreto,
negras, calladas y profundas aguas
que en la sierra perturban el silencio,
puras y cristalinas, cuando saltan.
Te saludan las aves desde el cielo,
y te espían los corzos; y se espantan
y corren a contárselo al rebeco,
retozando contentos con el alba.
El camino se torna más estrecho,
pero vas consiguiendo en la alborada
la identificación con el helecho
y la paz que te brinda la montaña.
Impregnado de amor, henchido el pecho
te sumerges entre las hierbas altas…,
y una voz te susurra desde el techo):

— ¡Despierta, Félix! ¿Dónde va la Rama?


pbernal
ferroviarios
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