miércoles, 22 de abril de 2009

MEMORIAS DE ÁFRICA

I

En el andén resuena y en la Rama,
igual que el trueno suena en la tormenta,
la voz entrecortada, sin afrenta,
por la radio, del Técnico que llama.

"— En la tercera pones el Triana;
encabeza la cuarta para el treinta;
y a los cuarenta y cinco o los cincuenta
bájate al Cerro la de la mañana…."

Y cuando su atención no lo requiere,
cuando cesan la prisa y la reyerta,
le invade una sutil melancolía.

— ¿Qué te pasa, muchacho?; ¿quién te quiere?
¿Qué problema te acosa y desconcierta?
¿Por dónde van tus penas hoy, García?

II

Se había levantado el otro día
desde la colchoneta de la cama
con sueño, con legañas; con pijama,
y al baño se metió Félix García.

Andaba pensativo; enmudecía.
Se rascaba los pelos de… la espalda.
Recordaba la corta minifalda
de la moza que loco lo traía.

En su sed de aventuras, olvidaba
la red que le sumía en el dilema
del sexo y del amor. Quería estar

en África. Se fue sin su guayaba.
Buscaba la raíz de ese problema
que tanto le impedía descansar.

III

En vuelo regular se desplazaron,
con Félix, unos cuantos de los suyos,
y entre risas nerviosas y murmullos
junto a Jhoanesburgo aterrizaron.

Al duro Calahari descartaron.
Buscaban la jarana y el barullo
del bicho, de la selva, del capullo…,
y por el Trasvaal se encaminaron.

Félix tomaba notas, impaciente.
Con signos y por señas se entendía
con el Zulú, el Swazi y el North Soto.

Les preguntaba cosas a la gente:
del campo, de la selva tan bravía…
Todo lo registraba muy devoto.

IV

Botswana. Su frontera franquearon.
Dejaron Gaborone y al cebú.
Saludos dedicaron en Bantú
a un blanco capataz que se cruzaron…

En un hermoso barrio Bosquimano
bailaron al compás de los tambores.
(Rugen en la espesura los albores
del sol austral y del león hermano.)

Y Félix se encaraba, frente a frente,
con suma diligencia y cortesía,
ante la noche negra y deslumbrada

de aquella Bosquimana complaciente,
(ni siquiera sostén los sostenía,
y firmemente al aire los llevaba…).

V

En Zambia lluvia, lagos, selva y agua…
El Mweru y el Bangwelu. El gran Zambeze.
Nubes de espuma nacen, suben. Crece
el cauce de la fosa del Luangwa.

Por los montes Muchinga regresaron.
Bajaron por la falla hasta Lusaka.
Visitaron las tribus Bemba y Nyanka,
y un día, con los Tonga se quedaron.

Félix no se perdía ni un momento
para tomar un cálido contacto
con la Nyanja, la Bemba y la Zulú.

Pero fue con la Tonga, muy contento,
con la que descubrió, con mucho tacto,
el misterio del blanco y la Bantú.

VI

Me dicen que volvió feliz García
y en el mesón de siempre se juntaba
con gente que en el AVE trabajaba,
en cena de hermandad y compañía.

Y Félix, a los postres sonreía.
Desde una silla, en bable, recitaba:
del África la historia rescataba
y el nudo del problema resolvía:

"— Decíase de Adán, que descansaba,
y de sus inquietudes se aliviaba,
cogido a los rincones de una cueva

sin luces, sin final, con humedades
-y con olor a pis y a humanidades-,
en sitio propiedad de una tal Eva.”


pbernal
ferroviarios
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