martes, 26 de febrero de 2008

Perplejidad y tristeza

Hoy sí que voy a escribir. Hoy sí, porque ayer fue un mal día. Uno de los peores episodios que podían escribirse en la biografía del Centro de Poesía José Hierro se escribió ayer de seis a ocho de la tarde. En mi opinión, sólo podría ser igual de malo que otra bomba cayera en mitad de las aulas y rematara la masacre. Porque ayer cayó un proyectil enorme con la marcha de Gonzalo. No creo que pueda alcanzar a describir mi perplejidad ni tampoco mi tristeza. Como dije ayer, yo no conocía el Centro de Poesía antes. Yo vine al taller por Gonzalo: Escarpa es para mí el Centro. Los demás son buena gente -no hay duda de ello-, pero sin Gonzalo no puede ni debe ser lo mismo. No puede ni debe ser sustituido, porque lo que ha ocurrido no podía ni debía ocurrir. Pero así es la vida, saltamos de una perplejidad a otra, de una incongruencia a otra mayor y nos encontramos en el centro del ojo de un huracán que arrasa la ilusión y destroza el corazón de las personas.

Fue un tanto injusta esa fantasmagoría de “luz y taquígrafos” llena de medias verdades y tácitas heridas todavía sangrantes. Quizá se ajustara más a la realidad la calificación de “careo”. Pero no podía utilizarse munición pesada porque había ropa tendida y -estoy seguro- porque ya se había utilizado con resultado de muerte. La de Gonzalo. Fue duro para Tacha, no lo discuto, pero lo fue más, inconmensurablemente más, para Escarpa, que perdía el respeto y la confianza de su Directora –quedó meridianamente claro que habían llegado a un punto de imposible retorno-, la capacidad de intervenir en el desarrollo de un proyecto que también había salido de sus manos –ahora que por fin parecían avecinarse tiempos mejores- y la posiblidad de rematar la faena de un experimento bellísimo, un triple y medio sin red desde el trapecio de la poesía y con muchísima ilusión compartida por todos nosotros. Y eso duele, duele con un dolor que horada muy minucioso.

Por la parte de responsabilidad que le corresponda, es imposible que Gonzalo no piense que nos deja colgados. Y es verdad, pero a mí no me importa. Lo que sí que me importa es cómo se va de malherido. No puedo estar de acuerdo con la idea de que se le sustituya y basta. Las penas con pan no son menos. Las penas son siempre penas si lo son de verdad, y sé que su autoestima no podía continuar en las condiciones que la Dirección le brindaba. Cuando se despidió como Coordinador en Navidades no pasó nada. Nosotros nos íbamos de vacaciones y él a rumiar su desasosiego. A la vuelta todo siguió igual, salvo por un detalle: ya no era Gestor de Recursos Culturales del Centro. Ni se dio explicación alguna ni nosotros la pedimos, no nos engañemos. Y eso ya fue muy elocuente. Porque no se puede pretender que alquien que está implicado hasta las trancas en un proyecto poético de colosal envergadura, que ha demostrado con creces su capacidad en la gestión de todos esos recursos, se aparte de repente y no sufra arrinconado en un taller de 120 minutos lunáticos a la semana. Eso es muy poco arroz para tanto Escarpa. No olvidemos que Escarpa es ESCARPA, para mí nada más y nada menos que eso. No es un profesor que se sustituye (por cierto, ¿quién le va a sustituir?). Es una oportunidad inestimable que perdemos de aprender lo que nadie más puede enseñarnos, y no hay derecho. No hay derecho porque sé que podía haberse evitado hablando a calzón quitado en su momento y dejando a un lado los compadreos de coleguitas. Un proyecto de gestión cultural es una cosa muy seria y tiene que ser considerada y retribuida como tal. Si no, es mejor dejarlo para no dañar la autoestima del que se aplica a ello con todas sus fuerzas, pero también para no malbaratar el prestigio de los otros que también lo hacen y lo harán en el futuro en éste y en otros centros. El listón no puede bajarse impunemente, porque con esos barros ya sabemos los lodos que nos arramblarán. Para que quede claro. Hay una serie de requisitos que deben de cumplirse, preparación, capacidad, dedicación, entre otros, que otorgan el prestigio y la consideración profesional. Pero también hay que reconocerlos retribuyéndolos con unos emolumentos adecuados, no nos confundamos.

Pero el caso es que ahora vamos a estar sin Gonzalo. Y Gonzalo sin el Centro. Y no. No tenía ningún otro proyecto fuera de aquí. Ni quería crecer como poeta, ni dedicarse a escribir un libro o a dar recitales fuera del Centro. Lo sé porque él me lo dice y yo me lo creo. Porque confío en él. Y ahí creo que es donde ha estado el problema. En que los que debían confiar en él no lo han hecho, porque no han podido, porque no han creído en su talento (recordad aquello de inteligencia, genio, talento, maña: ¿qué no tenía Gonzalo?) , o porque tenían miedo de gestionar un futuro desbordado por su hiperactividad. Que conste que esto es una opinión personal.

Soy nuevo en el taller, pero en la vida ya tengo un poco de oficio. Por lo que he respirado en el Centro cada lunes y algún que otro día fuera del aula, por cómo todo él está impregnado de Escarpa en cada rincón, prescindir de su presencia es casi tanto como pretender retirar la clave de un arco y que no se derrumbe. Yo casi no creo en milagros, pero pudieran ocurrir. Ojalá.

En todo caso, aprovecho para despedirme de un maestro en el más hondo y respetuoso sentido del término, dedicándole estos versos de Lope:

“¿Qué pedís, que no escriba o que no viva?
Haced vos con mi pecho que no sienta,
que yo haré con mi pluma que no escriba.”

Y como siento escribo… ¡Y mira que lo siento! Que no nos quiten el Parnaso…

Hasta siempre Gonzalo Escarpa.

3 comentarios:

lola mendoza dijo...

Pues parece que todo se ha culminado y quedan desencuentros, marchas atrás
de algunos,desencuentros de otros, la tristeza de Gonzalo, también la de Tacha (que más que nadie se merece estar alegre)la desolación de todos. ¿Y ahora qué?. Yo al contrario que tú no puedo escribir, está el corazón de negro y la cabeza en blanco, se ha marchado el Mago que nos impulsaba, ahora el cenit de la montaña está demasiado alto. Aqui te dejo mi lágrimita.

lola mendoza dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Torvisco dijo...

totalmente de acuerdo contigo Fernando, claro que no tenía ningún proyecto fuera del centro, yo sólo le escuché hablar este verano, con una ilusión tremenda y con proyectos en la cabeza, desde dentro del centro, ahí si tenía muchos proyectos para el centro y para todos.
entiendo lo que sientes.lo que dices y lo que no dices.