miércoles, 30 de mayo de 2007

Sobre el Haiku


Desde el día de la lección magistral sobre el haiku, de Urceloy en el CAP Getafe, no he dejado de pensar en ello. Resulta que todo lo que del haiku sabemos (sabíamos) es equívoco.
Para los que no pudieron asistir, don Jesús explicó que el lenguaje escrito japonés consta de tres formas de expresión, y que el resultado suele ser una combinación de ellas, no exactamente de las tres a la vez. Un poco complejo.
En cuanto al haiku, el concepto rompedor está en que es falsa la idea de la medida silábica 5-7-5; por la razón de que en japonés la idea expresada con una de sus figuras lingüísticas (ideograma, kanji) debería traducirse con muchas más sílabas de las que se escriben. Interpreto que lo que un haiku representa es más una idea muy amplia (y su resonancia) que un concepto, y como tal es no solo ya intraducible de forma literal, sino de difícil comprensión, si no es con el lenguaje universal de la poesía.
La reflexión parte de que, en Japón, China y otros países orientales, la expresión de un cúmulo de conceptos se hace con un único sonido fonético (golpe fónico gutural), que hace aún más incomprensible la intención de la traducción, de llevar lo que es el haiku a los occidentales. De ahí la confesión de Jesús, de que, en Japón, no ya es impensable, sino imposible la traducción inversa: o sea, que se vierta al japonés (o al chino) un haiku occidental.
Quizá, al margen del ideograma que representa en la mente (occidental) una expresión poética, seguirá existiendo siempre alguna incongruencia con los conceptos.
Independientemente de que nos acomodemos a lo que en occidente entendemos por haiku, y lo aceptemos, tal vez deberíamos acercarnos al lenguaje japonés para bajarnos de la prepotencia que pudiera dominarnos cuando elaboramos un (¿qué?) 5-7-5.

Veamos como ejemplo esta aproximación sacada de contexto, de Internet:

“El silabario antiguo recibe el nombre de i-ro-ha. Se denomina así porque son las tres primeras sílabas con las que da comienzo un famoso poema anónimo del siglo IX de nuestra era que trata el tema budista de las transiciones de la vida. Este poema tiene la finalidad de ayudar a recordar la letras del silabario. La ordenación de las sílabas de este poema todavía se usa como guía en algunos diccionarios. (Sigue el poema en romanji.)

Iro wa nioedo
Chirinuru o
Waka yo tare zo
Tsune naran
Ui no okuyama
Kyoo koete
Asaki yume miji
Ei mo sezu

Una posible traducción sería:

"Los colores son fragantes,
pero ellos se apagan.
En este mundo
nada es eterno.
Hoy he cruzado
la alta montaña de las ilusiones de la vida
y no habrá mas sueños suaves
ni nunca más me embriagaré."

Observad que las sílabas a las que hace referencia el poema, (romanización, romanji) figuran como una palabra de tres letras (Iro). La ha es una terminación que da información gramatical a la palabra.
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