lunes, 7 de mayo de 2007

Donde no pasa nada


Tumbado donde hace cuatro siglos jóvenes escogidos por el absurdo impresionaban a las cortesanas con algunas bestias, un par de apenas lagos y la altura de unos árboles entristecidos. No me gusta alardear de ello, pero hoy día esos dominios me pertenecen. Me basta con preguntarme por aquello que no funciona, es suficiente con respirar, un sitio del que no he tenido que huir, un palacio donde cualquier seducción funciona. Payasos dudando, universitarias emborrachándose o niños filmando. Si me dejan elegir, me quedo con el sonido de los europeos africanos convocando una danza multitudinaria. Me quedo con esta gruta a la vista de todos. Uno de esos sitios donde mezclas expectativas con tierra mojada. El lugar donde no pasa nada porque es lo justo. Y lo exacto.

1 comentario:

pedro bernal dijo...

Creo que eres, te veo, esa sombra abrazada a la del árbol, pizca de yerba aplastada, no pasa nada, qué envidia, qué certidumbre, la mirada en el azul y, detrás, tú. Y no pasa nada. Porque cuanto te tiras sobre la yerba es cuando más te elevas, cuando tu mirada se aleja, y, por una extraña metamorfosis del tiempo, fuera del tiempo, dominas todo lo que cobija, cobijó y cobijará... el Parque del Retiro. Yo ayer también lo sentí...