domingo, 6 de mayo de 2007

Sobre el Quijote

Lamentos póstumos de la Musa de Cervantes
A Miguel de Cervantes Saavedra
Prólogo

Preso de rabia y de celo
como cualquier ciudadano,
por el pan tendéis la mano
en la tierra y hacia el cielo.
Como no encontráis consuelo
ni en el hombre ni en la ley,
mutilado, pobre, buey
sin amo ni compañía,
lanzáis vuestra poesía
al universo, y al Rey.

Lamento 1

Harto de presentar el manuscrito
para que el Rey supiera vuestros hechos
de batalla y servicios, los derechos
de vuestra invalidez… harto, repito,

de abanderar rehenes cual proscrito
prisionero del moro, por asechos
de aquella escaramuza, sin ahechos
que procuren respuesta a vuestro escrito,

volvéis la vista atrás, y un memorando
redactáis con ingenio desde cuando
a gatas caminabais por la vida.

E igual que el agua sube por la noria,
componéis del Quijote la memoria
para, Miguel, curaros vuestra herida.

Lamento 2

Señor Miguel, ¡qué poco se os valora!
Después de las cruzadas y campañas
habéis sufrido envidias y cizañas;
acoso, y la prisión. En mala hora

perdisteis ese brazo. Se os ignora
y, en medio de fatigas y patrañas,
os obligáis con arte y malas mañas
para burlar la lacra que os devora.

Unos siglos después, sois Predilecto.
Sois, Miguel, el Ingenio. Ese afecto
que nadie os dio, que pretendíais antes,

ahora os lo derrochan con lujuria
y olvidan la miseria y la penuria
que ni la pluma os mitigó, Cervantes.

Lamento 3

Vuestra fama, Señor, os acompaña,
más no por esa vida de fatigas
pensando en rosas y sufriendo ortigas
entre deudas, papel, tela de araña,

y la pena que sube de la entraña:
una sarta de musas y de hormigas
agigantando con feroces vigas
el eterno vaivén de la migraña.

Miguel, os reconocen en el mundo
por ese personaje vagabundo
que sobrevive a vuestra sepultura:

Hidalgo en una patria miserable,
es vuestra biografía insobornable
ser Paladín de tan Triste Figura.

Epílogo

No se dan por enterados
ni el rey ni el alguacilillo,
ni el maestro, ni el pardillo
por más avisos lanzados
con vuestros bríos osados
en la búsqueda de medro;
y sin madera de cedro
representáis con tesón
el (sainete sin telón),
Retablo de Maese Pedro.

pbernal
abril 2007


Leído en el recital del
Hospitalillo de San José, Getafe

2 comentarios:

Torvisco dijo...

pedro, no fui al recital del hospitalillo y no conocia tu lectura. Genial, cómo le gustaría a Miguel leerlo por lo que piensas de él y de su personaje, expléndido tu manejo de la estructura , ¡que envidia!.

pedro bernal dijo...

Gracias, musa, digo... María