Un traje, verde quilate,
envuelve con su saludo,
de calabacín desnudo,
a bermellón de tomate.
Este, en singular combate,
trae a la cebolla en llanto,
riendo con pelado manto,
ve diente de escaparate.
La sartén, ya sin sosiego,
pide,la sal del armario,
para frito culinario
con aroma de manchego.
Los dedos, van con afán,
por este desliz obsceno,
de mojar con desenfreno
en este casto zaguán.
sábado, 8 de noviembre de 2008
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