jueves, 13 de noviembre de 2008

Julieta Valero, nueva coordinadora del CPJH


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Julieta Valero nació en Madrid, el 27 de Julio de 1971. Poeta, narradora, ensayista y editora. Estudios de Filología Hispánica y Literatura Española Moderna y Contemporánea. Obra poética: Altar de los días parados, 2003; Los Heridos Graves, 2005. Co dirige y presenta en Madrid el programa de radio A ras de verso. Nos dice la autora “Una poética se extiende por diversos ámbitos y toda una vida pero debería comenzar por la razón de la escritura. Escribo porque no hay una proporción directa entre los instrumentos perceptivos (y el ánimo) con los que venimos dotados para realizar el trayecto de la "realidad" cada día y la necesidad de penetración, de comprender, que frecuentemente también traemos de serie. La creación permite intensificar la realidad, trascenderla; alcanzar uno o dotarla a ella (según se sea agnóstico o se piense en el mundo —y en el lenguaje— como algo ya creado) de dimensiones más complejas y profundas. En cualquier caso la poesía es un instrumento para compensar esa VARIEDAD DE AUSENCIAS que sufre el hombre moderno —ausencia de Dios, de espacios para asentar lo que llaman "yo", de voz civil, etc. Será por eso que el creador establece una identificación (probablemente patológica) entre la escritura y la sensación de estar vivo. (El arte parece convertirnos en algo más que nosotros mismos porque es génesis pura, inaugura mundos, además es un entrenamiento perceptivo constante que nos hace mejores y que no sólo produce significados, también placer. De una "certeza" así había que hacer profesión interna. No creo en el conocimiento como categoría absoluta sino como un menor grado de ignorancia. La poesía es uno de sus más eficaces instrumentos. Sí, creo que después de un periplo histórico plagado de servidumbres ha recuperado su función primera, ontológica, espiritual: quiere nombrar lo inefable, dar cuerpo a través del lenguaje a lo que no es pero cuya ausencia se siente de forma lacerante. Esto no determina ninguna estética concreta; toda opción cabe siempre que la poesía sea necesaria; enunciación del hombre ante la vida y su interrupción. Otra cuestión significativa: ¿Cómo se genera? Existe esa percepción intensa (llámese epifanía, impulso musical, inspiración, etc.) que constituye en sí misma un universo, un espacio. El poeta no lo conoce a priori; extraerlo o crearlo (volvemos al tema de la fe) es su tarea y su oportunidad. A partir de aquí la poesía es construcción y ésta debe ser integradora (la virtud cardinal para casi todo) de una serie de elementos cuyo mayor o menor peso depende de cada cual y su circunstancia pero que han de estar presentes: emoción, reflexión, comunicabilidad, inserción en el tiempo (la memoria...) y en su tiempo histórico. En cuanto a su materia, el lenguaje, la relación con él es necesariamente precaria; el deseo de significar y el aluvión que proporciona lo sensorial se confunden. Pero es una relación hermosa, misteriosa, casi física. En cualquier caso hay que continuar haciéndose siempre el recordatorio de que toda práctica trascendente no es más que necesidad. Olvidar esto nos hace más intransigentes y menos libres.”
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