lunes, 19 de marzo de 2007

Recordatorio

En el aula del 19, día del padre, lunes, g. nos recordó que cumpliéramos los pendientes, o sea, esas tareas atrasadas: lo de las diez palabras, el soneto amoroso a lo Lope, y un poema dedicado a José Hierro, aunque no se vaya a asistir el 24 a Titulcia ("Ciudad de Tito", famosa por las cuevas de la Luna, curiosa construcción probablemente Templaria, y sin vestigio alguno romano, como sería de esperar; pero sobre todo por la vinculación a la ciudad que mantuvo San Pepe Hierro y su hueste de poetas.)
Además, sin premura, hay que componer un poema cuyo primer verso dice así:

(nombre del autor): tengo que hablar contigo.
Hay otro pendiente (que pende), pero g. no nos lo ha querido encargar al grupo B; se trata de una frase...

Voy a publicar tres sonetos para cumplir mi parte: un sonetillo heptasilábico, dedicado a Pepe Hierro, el de lope, y uno de propina.

Ahí os los dejo.

Poeta
(Homenaje a José Hierro)


“El rumor de las olas
fronterizo, cadente.
Deletrear silente
de arena. Caracolas

en el oído, solas
frente al embate urente
del mar, final y fuente
de sueños y amapolas…”

Sobre la mesa dura,
piedra, ojén, sepultura,
halla la voz concreta

para cerrar la carta
(Lope. La noche. Marta.),
José Hierro. Poeta.


El desconsuelo
…quien lo probó, lo sabe.

Lope de Vega



Dejarse abandonar. Tender la mano.
Cerrar los ojos. Espiar sonidos.
Bucear sin complejos, inhibidos
el temor al castigo y al arcano.

Buscar algo sagrado en lo profano.
Rezar. Dejar hablar a los sentidos.
En plena oscuridad no estar dormidos.
Ingrávidos flotar como vilano.

Desconectar el chip de la cocina.
Ignorar al vecino y la vecina.
Dejar que la ceniza cubra el suelo.

No recordar que es día de mercado.
Apagar el programa de lavado,
y renacer después del desconsuelo.


Digo, y basta


Mirar por las esquinas, recostarse
con firme disimulo en la baranda,
cambiar de dirección cuando se anda
de un lado para otro, no sentarse

sin ver la silla, rápido elevarse
si el polvo del asiento lo demanda,
pedir billete para Samarkanda
y levantar el campo, y enfadarse

si hace calor y no hay un sitio cerca
donde calmar la sed, un río, alberca,
ventilador o sombra de canasta

de un poste de la red de baloncesto,
una pared, o el porche de Banesto…,
esto es ser pejiguera, digo, y basta.

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