1 El dueño del mundo
Cuando mueren las horas tristes, bellas,
y el velo de la noche difumina
la sombra de la luz de las estrellas.
Cuando en el horizonte se ilumina
un rayo de pasión y de esperanza
evocador de voluntad divina.
Cuando suben vapores de bonanza
y las puertas del campo y del paisaje
dejan ver la virtud de la labranza.
Cuando se viste el día con su traje
de luces y de sombras y colores
a medida que avanza en su viaje.
Cuando la tierra siente los dolores
de parto de los montes; y del río;
y el rencor se despierta; y los amores…
¡Entonces sé que todo el mundo es mío!
pbernal
desde mi cabina
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jueves, 11 de diciembre de 2008
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