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Cercas de hierro
jalonan el talud de la montaña.
No quieren que se escape por el monte;
no quieren que dialogue con el alba;
no quieren que se junte con la nieve,
ni a la paloma blanca…
No quieren que se suba a las encinas
mi máquina.
pbernal
desde mi cabina
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Villancico romanceado del portalillo en crisis
Llegaron los pajes,
mulas y camellos,
los músicos chunda
tachunda en estéreo.
Y haciendo ese ruido
propio de un estreno
fingiendo tarimas
tres mil carpinteros.
Siempre, que a estos casos
pintan calvo ejemplo
comisiones varias,
gente del gobierno:
Bien representando
corte o parlamento
montados en coches
llegaron a cientos,
De medallas y orlas
generales llenos,
artistas los muchos,
poetas los menos.
Mozas y pastores,
ediles, serenos,
cantantes, mi abuela,
y un señor de Priego.
Y casi cerrando
tal desfile austero
llegaron los reyes
casi para adviento.
La estrella, golosa
sobre el firmamento,
sacaba mil flashes
por tan magno encuentro.
Unos daban palmas,
otros daban miedo,
unos, medio a gritos,
discursos y besos.
Y entre el regocijo
de la plebe inmersos
otros se aliviaban
del vientre los vientos.
Con tanta prosapia
de la curia en pleno
no faltaron faldas
que elevar su vuelo.
Con tanto palabro
saludo y progreso
la banda tocaba
su larailolero.
Desde una ventana
que daba al tercero
de la pensión Gómez
muy próxima al centro
San José miraba
con asombro inmenso
aquel triquitraque
de estulticia en pleno.
La Virgen lavaba
como dice el cuento,
solo que ante el grifo
del lavabo austero.
El Niño en la cuna
jugaba discreto
con un buey de goma,
la mula de yeso.
Y en conserjería
un arcángel de esos
con trompeta al cinto
pensaba en lo bueno
de haber colocado
en el portal, dentro,
aquellas figuras
de cartón y fieltro.
Desde su ventana
San José, perplejo,
como siempre, en crisis
ya no daba crédito.
Urceloy / diciembre de 2008
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jueves, 25 de diciembre de 2008
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