El índice
El índice de precios que nace del consumo,
no dice lo que piensa; no puede alzar el velo
de la mujer discreta, que mira con recelo
la cesta de la carne, de la fruta, del zumo.
El índice de precios (con esto lo resumo)
envidia, (si pudiera) la tentación, el vuelo
del índice que puede palpar del monte el pelo,
y sentir la delicia de la humedad… del zumo.
El índice de precios, a la mujer hermosa,
le tasa los perfumes; le mide la entretela;
le pesa la cocina y le vende un cumplido;
pero a Venus naciendo no regala una rosa.
Ni acaricia la espuma que la cubre y la vela.
Ni la mima y la besa. Ni le quita el vestido…
El índice de precios que nace del consumo,
no dice lo que piensa; no puede alzar el velo
de la mujer discreta, que mira con recelo
la cesta de la carne, de la fruta, del zumo.
El índice de precios (con esto lo resumo)
envidia, (si pudiera) la tentación, el vuelo
del índice que puede palpar del monte el pelo,
y sentir la delicia de la humedad… del zumo.
El índice de precios, a la mujer hermosa,
le tasa los perfumes; le mide la entretela;
le pesa la cocina y le vende un cumplido;
pero a Venus naciendo no regala una rosa.
Ni acaricia la espuma que la cubre y la vela.
Ni la mima y la besa. Ni le quita el vestido…
El goce más divino
Con el pulgar, solícito, paciente,
ayudado del índice puntero,
manipula con maña, con esmero,
absorto, distendido, complaciente.
¿Cómo saber la duda de su mente,
de presa tan esquiva prisionero?
Su oficio lo tenía tan entero
que, a veces, parecía estar ausente.
Toda su voluntad en el empeño
era derroche de ilusión: hazaña
digna de su gestión, de su destino.
En él ponía, preso del ensueño,
la pasión más sincera y más extraña,
para mover al goce más divino…
Con el pulgar, solícito, paciente,
ayudado del índice puntero,
manipula con maña, con esmero,
absorto, distendido, complaciente.
¿Cómo saber la duda de su mente,
de presa tan esquiva prisionero?
Su oficio lo tenía tan entero
que, a veces, parecía estar ausente.
Toda su voluntad en el empeño
era derroche de ilusión: hazaña
digna de su gestión, de su destino.
En él ponía, preso del ensueño,
la pasión más sincera y más extraña,
para mover al goce más divino…
pbernal
de Cartas...
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