Él husmeaba el lóbulo de tu oreja derecha.
Una cumbre nevada se aplastaba en su pecho.
Tu mirada serena ignoraba su techo.
Ardían los maderos de su barca deshecha.
El mundo se alejaba. Huía por la brecha
ahondada en el abismo del borde de tu lecho,
y en la senda del bosque, tortuoso, derecho,
un comando acosaba encendiendo tu mecha.
Buceaba en tu nombre. De tu boca deshecha
la palabra nacía exigiendo el derecho
de sentir en tus dedos el sentir de su pecho,
roturado en su espalda con diamantes de flecha.
Poco a poco, cedían tus defensas. La brecha
en el muro se abría. Su comando al acecho
(cinco bravos jinetes) conquistaba el barbecho,
y su aliento calmaba tus heridas de flecha.
El mundo no existía. Ni hora, ni dios, ni fecha.
Amasijo. Sudores. Dolor, acoso, acecho…
Conquista del espasmo que ardía en el barbecho.
Conquista del espasmo nacido de la brecha.
Desvelo y agonía. Furor. Barbecho. Flecha.
Las cumbres en sus manos. Tus manos en su techo.
Naufragio de tu barca. Su barco ya deshecho,
(y un mar de sinfonías que, tibio, los acecha…)
Supo de tu demanda. Con tu barca deshecha
y al borde del desastre tu cálido derecho,
combatías con rabia, te atabas a su pecho
sobornando la fuerza de su techo en tu brecha.
Manantial. Terremoto. Volcán. Poema: endecha.
Plenitud. Abandono. La brecha con el techo.
Inertes en la llama. Cenizas en el lecho…
Y un lirio desahuciado sobre una flor deshecha.
pbernal
de cartas...
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