Ven, que quiero mirarte a la luz de la luna.
Ven. Están impacientes las estrellas del cielo.
Desean que les pongas un nombre a cada una,
distinto cada noche. Sin temor. Sin recelo.
De la mano venida al umbral de la noche,
abandona tu suerte entre el cielo y la alfombra.
Deja que te dibuje desnuda, sin reproche
del tiempo detenido cuando trace tu sombra.
Sucumbe a la indolencia. La noche está dormida.
Descubre la frescura del horizonte rosa.
Podrás ponerle nombre al amor y a la vida,
y a las alas de seda de cualquier mariposa.
Mis ojos quieren verte bañada en las estrellas
que rompen en la roca desde la mar bravía;
ofréceles tu mano bajo sus luces bellas…
Y deja que mi barca repose en tu bahía.
pbernal
de cartas...
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