No te veo, muchacho enamorado,
en la espesura de tus girasoles,
oculto por la trama del olivo,
tu sombra presentida en el ocaso
sobre surcos de tierra y algodones.
No te imagino, desde mi butaca
a contraluz de un sol de medianoche,
cargado de ponzoñas, de venenos,
midiendo la sonrisa de un insecto
saltamontes en tierra de secano.
a contraluz de un sol de medianoche,
cargado de ponzoñas, de venenos,
midiendo la sonrisa de un insecto
saltamontes en tierra de secano.
Apenas te distingo en la distancia,
entre los azahares del naranjo
y el verde de patata y zanahoria,
calibrando contrastes y texturas,
crecimiento, subida; sublevado
en el trajín de lunas olorosas.
entre los azahares del naranjo
y el verde de patata y zanahoria,
calibrando contrastes y texturas,
crecimiento, subida; sublevado
en el trajín de lunas olorosas.
No quiero contemplarte seducido
en este trance luminoso y dulce,
los lazos deslizando por la espalda,
puntillita de blonda por tus dedos,
el tacto de la seda; la nostalgia
dolorosa de un sueño que renace;
esos preciosos ojos que se apagan
en un suspiro largo, sofocado
por el fuego que calma y apresura
la sed de tantas noches misteriosas…
en este trance luminoso y dulce,
los lazos deslizando por la espalda,
puntillita de blonda por tus dedos,
el tacto de la seda; la nostalgia
dolorosa de un sueño que renace;
esos preciosos ojos que se apagan
en un suspiro largo, sofocado
por el fuego que calma y apresura
la sed de tantas noches misteriosas…
como luna que mira tu ventana.
pbernal
de Cartas...
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