El alba asoma agarrada a los sueños
de una mañana con hilos dorados,
en la almohada de ojos aparcados
abro los brazos, ajustando el ceño.
Trago la tostada y agarro el bono
con reducido equipaje de mano
me preparo para cabreo urbano
de largas horas puntas de abandono.
Llego cansado y con traje deshecho
a un suelo laboral en decadencia,
soñando con boleto de clemencia,
pongo a funcionar mi cuerpo maltrecho.
Deseo a la lejana primitiva
para ser Pancho en playa fugitiva.
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