Aferrada su mano a la palanca,
sus ojos en las piedras, en los pasos,
el tren de cada día repitiendo
el círculo cerrado.
Como ausente respeta las señales,
de memoria recrea su trabajo
y en la barra comenta, con un vino,
eso que le ha pasado.
Con orgullo refiere sus hazañas,
cada día realiza algún milagro;
Lo sabe. No lo sabe. ¿Quién lo sabe…?
Que se la está jugando.
Un día la partida es a las cartas,
otro día cualquiera, es a los dados,
- vías, tormentas, luces, averías…-,
ave de paso.
Tal vez lo sepa. Cómo no saberlo.
¿Cuántos cayeron ya…? Hay un ribazo.
Mañana puede ser, tal vez mañana.
Mañana no ha llegado.
pbernal
ferroviarios
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martes, 31 de marzo de 2009
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