viernes, 5 de septiembre de 2008

El hombre del turbante

Civiles bajo las armas. Irak

El hombre del turbante, sentados en el suelo,
contaba a los muchachos de túnica y chilaba
historias junto al fuego. Los camellos dormían
en la noche estrellada.

Historias de combates crueles y sangrientos
perdidos en el tiempo de su memoria vaga,
relatos de exterminio, de guerra y amargura
de ayer. Y de mañana.

“— Cuando la luna brille en todo el firmamento
se romperá la noche con ruido de metralla,
labrarán en la tierra surcos de sangre y miedo
en la dura cruzada;

eludirán la lucha; reservarán el fuego;
dibujarán la arena con tanques y con balas;
la máquina de guerra avanzará precisa
para salvar su causa,

mientras, los comerciantes, con especial cuidado,
pedirán al soldado que proteja con rabia
esos campos de pozos sembrados de oro negro:
ahí está su ganancia…

Se pudrirán las aguas tranquilas del desierto
cuando los tanques pisen arena ensangrentada:
cautivos animales arrojarán protestas
de sed contra las armas.

Paisanos y civiles, los niños y los muertos,
gritarán contra el yanqui por su tierra quemada,
añorarán los tiempos del depuesto tirano:
no está su hambre saciada.

Cada extranjero vivo será un pirata nuevo
en busca del tesoro oculto en nuestra entraña,
y en todas las esquinas de aldeas y ciudades
verán desconfianza.

Vomitarán azufre en la ciudad; y el pueblo
verá como construyen del cielo la muralla;
y nuestros propios hijos con armas enemigas
matarán su esperanza.

Soldados inocentes irán a las trincheras
nacidas al comienzo de nuestra noble patria,
y alentarán la muerte entregando la vida
al odio y a la espada”.

El viejo del turbante, sentados en el suelo
oscuros muyaydines de túnica y chilaba,
repetirá la historia. Kalasnikof vigila
en la noche estrellada…


pbernal
de cartas...

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