miércoles, 3 de septiembre de 2008

La pregunta


Un tema cuestioné firme, preciso.
No supo responder. Tal vez temía
entrar en un jardín de vaguedades
o herir mi sentimiento. La consulta
una carga llevaba de prejuicio.
A veces arrojamos las palabras
sin advertir su justo continente:
la consideración de la propuesta
una porción soporta de metralla.
Miramos de soslayo al diferente,
con ojos de reproche: discrimina
su súbita presencia en nuestro barrio,
esa certeza de su vista franca,
porque vemos peligro en el viaje
que nos separa de sus sentimientos,
sin caer en la cuenta – disertaba -
de las afinidades que nos unen.
Abunda: la ignorancia nos ofende,
propia del ser humano; la persona
que se presenta triste por la esquina
inaccesible de su propio mundo,
serio motivo tiene para hacerlo.
Mira la casa donde habito, dijo
con firmeza: habitamos la Tierra
inmensa, despiadada, generosa;
regada y seca; virginal y esclava;
incómoda y alegre; vengativa;
paciente madre para cada hombre
que puebla sus caminos. No presumas
de ser su propietario dominante.
Lastima ver el torpe sentimiento
de propiedad, que algunos atesoran
sobre costumbres, nunca defendidas
si no para lanzarlas contra extraños.
Fanatismos indica estupideces
donde las emociones nos apresan
con redes fervorosas, subjetivas…
Nadie reniega de su propia Casa.
Por ella, y para ella, desnudamos
el alma en el principio y el ocaso.
Una mujer y un hombre, son persona
vengan de donde vengan;
gratifica llevar juntos la pena
de no tener, y compartir el gozo
de una sonrisa puesta en el semblante…
No sé si he contestado a la pregunta
sobre tu precisión de nuestra Patria.

pbernal
de cartas...

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