Hebras de hilo doradas
centellean,como alegres presagios
en el timón diario,de los naufragios.
El cálido aire toca,
música de sortilegio y encuentro
afina su instrumento,
para ablandar tu corazón de roca.
La tarde llega loca,
una visión radiante
deja sobrecogido tu semblante.
jueves, 23 de octubre de 2008
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