La mañana lleva velos
a la ciudad que bosteza
con soplo de sabor a hielo
y ruidos en la cabeza.
El aire es indiferente
en este poroso suelo,
de prieto corsé de gente
andando con jet de vuelo.
Amapolas atrevidas
cantan el verde paisaje
en calles introvertidas
de árido peregrinaje.
Los zumbidos de trabajo
aprietan celdas de abejas,
sacando miel a destajo
en relaciones complejas.
La tarea gris, sin brillo
remienda el roto bolsillo.
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