Conviene consultarlo con Francisco.
También hay que decírselo a Tomás.
Y a Pedro. Y a Manuel. Ya Federico.
Y a todos los demás…
Es nuestro compromiso un ente mágico:
ocultemos las leves deficiencias,
cubramos las heridas,
obviemos las penosas incidencias;
tracemos con carácter energético
los nuevos objetivos estratégicos
para poder lograr
la calidad total.
Suaviza la mirada.
Templa el timbre de tu acerada voz.
Orienta tu canción indiferente
a la satisfacción de tu cliente:
mañana serás tú;
hoy es ese señor.
Indaga, busca, piensa; participa.
Lucha codo con codo con tu hermano
que puede ser cualquiera:
el súper-tenacilla; el fogonero;
el azafato; el técnico; el negrero…
admítelo por cierto:
mañana puede ser el mismo Alberto;
(hay veces que parece casi humano).
Colabora. Confía en el cliente
si dice que se le ha muerto su padre,
aunque ya lo contara junto al chekin
hace un mes por la tarde…
Asume el liderazgo del que manda:
por eso está subido encima de la burra;
Él tiene la misión de ser el norte,
el guía y promotor con el ejemplo,
aunque a veces parezca
la rosa de los vientos...
Recuerda con esmero, ¡oh colaborador!
que todo tu trabajo se mide con dinero.
Y el fin de la misión valoraremos
con la eficacia de nuestra gestión.
pbernal
de tren de otoño
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