¿LA POESÍA DEBE ESTAR AL SERVICIO DE ALGO O DE
ALGUIEN? ¿DE QUÉ O DE QUIÉN?, ¿POR QUÉ?
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pancho dijo... (diariodeunsavonarola 16 de junio)
Nada nuevo podré añadir sobre este asunto que ha sido tema de muchas conversaciones, tertulias, poemas, estudios, tratados...
A pesar de ello nadie va a impedir que deje mi reflexión u opinión a vuela pluma sobre la propuesta.
Cualquiera que tenga la lectura de poesía entre sus actividades de ocio se puede percatar de que la hay de muy diversa consideración y toda ella responde a la sensibilidad del autor. Para mí toda poesía es respetable desde el momento que es el resultado del trabajo de una persona que se expresa de esa manera. Otra cosa es que al lector le guste o no, se sienta identificado con su significado o todo lo contrario.
Personalmente me siento más atraído por la poesía social, con contenido, por la que toma partido, partido hasta mancharse, como decía Celaya. No sé si esto responde a la pregunta de si está al servicio de algo.
Me atrae menos la poesía que está cantando todo el rato a los verdes prados, los vetustos olivos o a las cristalinas aguas que la que dice: "Cien cuchillos mellados que en su óxido contienen la gangrena" o "Definir al hombre es desnudarle de todos sus adjetivos y mirarle con lupa sus muñones".
La clave está en el respeto que merece todo aquel que es capaz de expresarse juntando palabras, contando sílabas y rimándolas; eso sí que tiene mérito... aunque estés en desacuerdo con su contenido.
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SOBRE MOJADO
a Carmen Santiago
I
Me dicen qu en esta casa
hay dolor en el tejado
que en las ventanas ausencias
que en las cancelas rasguños.
Tus visillos en lo abierto
no consiguen contenerte
y murmuran las vecinas
que te enredas con la lluvia
y que no amanece el guiso
y que tienes sin barrer
tu horizonte de remiendos.
Otra vez sin avisar
a cántaros por la espalda.
Hasta los tuétanos ibas
a calarte y a ofrecerle
más lagrimones al gris.
¿No jurabas trascender
las promesas de la lluvia?
Aprender a sosegar
el contorno de la herida
no es tarea de mordazas.
En tu rostro será el viento
quien escoja la tormenta.
Y si burlas su estribillo
no te quedes contemplando
que te instalas en la eterna
cantinela de violines
sin veredas y no escuchas
que se acerca su latido.
Cuando viene tan descalza
nunca la sientes llegar.
II
Van aguas cacareando
tu particular acorde
y no afinas tu cansión.
Y te lo dije, lo dije,
que ya te lo tengo dicho,
catorce veces lo dije,
que te aguantes los andamios
y escapes de la tormenta
hacia un cielo azul y liso.
Si no trepas la pendiente,
no te enfangues en la escama
deslucida de reptil,
pero basta de ansias yertas
tan voraces y remotas,
que te escucho murmurar
por kilómetros y siglos.
Te agotarás si desprecias
las bondades de este pórtico
en silencio. Escucha bien:
Es habitable la vida
pálida como hoy la ves
sucediendo, masticando.
En el espejo lamerse
las crines, con afán nítido
retirarse a otros cristales.
No hay más lluvia que añadir.
Helena Rodríguez
nunca-de-sus-ojos
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Cuando estoy solo lloro menos, pero mucho peor.
Jesús URCELOY
de urcelología
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Elegía
a emilio
Encuadrados entre la hiedra y la sombra, inclinas levemente la cabeza sobre ella, sentada, que ríe como tú, y miráis al frente, al objetivo, (quietos, un poco a la izquierda, ahora, ya está).
Tu mirada, luminosa y limpia, resplandece como el sol de primavera, de esa primavera del 52 que te vio nacer, y marcó para siempre el optimismo en tu semblante, la gracia para desbaratar minucias en tu persona entera, rompiendo, siempre adelante, retos de empatía en los momentos íntimos de familia, en los de esparcimiento con los amigos, en tu dedicación rendida en el trabajo.
Cierto día me dijiste: “siempre hay que estar dispuesto a dar más de lo que esperan de uno”, y yo me apropié la frase: la utilicé en una publicación. No te fui infiel, la firmé como me confesaste que firmabas tus trabajos técnicos: EBA. Las frases lapidarias se construyen para la reflexión. Y esas palabras, que bien pudieran acompañar tu soledad como epitafio hermoso, se me antojan divisa prendida en tu pecho alumbrando cada faceta de tu existencia.
Te volcaste en la vida. Consciente de la fragilidad del destino, procuraste asegurar el futuro de los tuyos; evitaste el sufrimiento de tus seres queridos, consolaste cuando ya era imposible ocultar el desconsuelo.
Tu casa fue siempre, también durante esos fatídicos meses, un cálido lugar de encuentro de familia, de amigos, de compañeros de trabajo. A todos les abriste la puerta con tu sonrisa franca, esa sonrisa que se te congeló un lunes de enero, cuando la nada reclamó tu compañía, celosa de los amores que te arropaban, reclamando egoísta el tributo de tu encanto, exigiendo el éxito de tu carisma sólo para ella. Tal vez fuera necesario. Tal vez quiso eternizarte joven; evitarte la miseria del envejecimiento, la humillación de la decrepitud.
Tal vez deseaba extender, como en vasos comunicantes, el aura mágico que desparramabas en la familia, entre los amigos, en el compañerismo de tu trabajo, y así mostrar la amplitud de tus horizontes, el inmenso campo laborado, a cuantos te conocíamos en privado, en nuestro corralito particular.
Lo ha conseguido. Te ha inmortalizado joven, amable, respetuoso, alegre, bueno..., y ha ensanchado, hasta el infinito, hasta las estrellas, nuestro conocimiento de los tesoros que guardabas en tu alma.
Sé que no necesitas de retóricas para tu larga andadura por la evocación y el recuerdo; pero entiende tú nuestra necesidad de proclamar al viento la intensidad de los sentimientos compartidos, de forma no premeditada, por tantas personas a cuyo entorno te acercaste derrochando simpatía, comprensión, optimismo, entusiasmo.
Ese caudal precioso es lo que nos queda de ti, y lo percibimos cuando nos miras desde la foto, ya amenazado por esa sombra inquietante. Siempre estarás en nuestro corazón, por encima de otras consideraciones, como el amigo más entrañable que tuvimos.
pbernal
2002
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domingo, 19 de julio de 2009
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